Luis Martín Santos
Escritor español
Luis Martín Santos nació el 11 de noviembre de 1924 en Larache (Marruecos).
Hijo de médico militar, siendo niño se trasladó a vivir a San Sebastián, donde transcurrió la mayor parte de su vida.
Cursó estudios de Medicina, doctorándose en la Facultad de Madrid como psiquiatra.
De su actividad como psiquiatra y su interés por la filosofía existencialista, destacan la tesis sobre Dilthey, Jaspers y la comprensión del enfermo mental (1955) y el ensayo Libertad, temporalidad y transferencia en el psicoanálisis existencial (1964).
En 1951 ganó por oposición la plaza de director del Psiquiátrico de San Sebastián.
Militó en el Partido Socialista, lo que le ocasionó tres detenciones, llegando a ser miembro de la Comisión Ejecutiva.
En su faceta como escritor destaca su gran obra central, Tiempo de silencio (1962), que supera la estética de la novela social y, recuperando tópicos de la Odisea de Homero, se vale de nuevas técnicas, como el uso de la segunda persona y el monólogo interior, lo que le valió ser comparado con Joyce. La continuación, Tiempo de destrucción, quedó inconclusa.
El final de su corta vida fue trágico. En 1963 murió su mujer, Rocío, con la que se había casado diez años antes, a consecuencia de un escape de gas. Un año más tarde, el 21 de enero de 1964, un fatal accidente de circulación acabó con la vida de Luis Martín Santos en Vitoria.
Obras
Grana gris (1945)
Dilthey, Jaspers y la comprensión del enfermo mental (1955)
Tiempo de silencio (1961)
Libertad, temporalidad y transferencia en el psicoanálisis existencial (1964)
Apólogos y otras prosas inéditas (1970) Tiempo de destrucción (1975)
Fragmento:
El sol sigue tan tranquilo entrando en el departamento y allí se dibuja el Monasterio. Tiene todas sus cinco torres apuntando para arriba y ahí se las den todas. No se mueve. Tiene piedras alumbradas por el sol o aplastadas por la nieve y ahí se las den todas. Está ahí aplastadito, achaparradete, imitando a la parrilla que dicen, donde se hizo vivisección a ese sanlorenzo de nuestros pecados, a ese sanlorenzaccio que sabes, a ese sanlorenzón a ése que soy yo, a ese lorenzo, lorenzo que me des la vuelta que ya estoy tostado por este lado, como las sardinas, lorenzo, como sardinitas pobres, humildes, ya me he tostado, el sol tuesta, va tostando, va amojamando, sanlorenzo era un macho, no gritaba, no gritaba, estaba en silencio mientras lo tostaban torquemadas paganos, estaba en silencio y sólo dijo -la historia sólo recuerda que dijo- dame la vuelta que por este lado ya estoy tostado... y el verdugo le dio la vuelta por una simple cuestión de simetría. [...]
Tiempo de silencio